El continente africano tiene hoy el mayor porcentaje de población rural del mundo: dos de cada tres habitantes del África al Sur del Sáhara. Pero contrasta el hecho de que sea también el lugar del planeta donde el hambre, la desnutrición y la pobreza se manifiestan de manera más patente y donde la denominada soberanía alimentaria1 está lejos de conseguirse. Por tanto, el análisis de las políticas agrarias, y más concretamente de las políticas de reforma de las estructuras agrarias (sistemas de propiedad y tenencia de la tierra) pueden ayudar a comprender las causas de ese contraste. Se estudian las reformas agrarias de este continente que han tenido lugar entre 1945 y 1980. Nuestra conclusión es que un primer balance de las reformas agrarias implementadas en esos años nos permite señalar que no se solucionaron las deficientes estructuras agrarias en los recién nacidos Estados africanos. La cuestión agraria en África siguió pendiente.
ABSTRACT
The African continent today has the largest percentage of the world’s rural population: two out of every three inhabitants of Africa south of the Sahara. But it contrasts the fact that it is also the place on the planet where hunger, malnutrition and poverty manifest themselves most clearly and where so-called food sovereignty is far from being achieved. Therefore, the analysis of agrarian policies, and more specifically of the reform policies of agrarian structures (systems of property and land tenure) can help to understand the causes of this contrast. The agrarian reforms of this continent that took place between 1945 and 1980 are studied. Our conclusion is that a first balance of the agrarian reforms implemented in those years allows us to point out that the deficient agrarian structures in the newly born African states were not solved. The agrarian question in Africa remained pending.
Conocemos de forma más o menos profunda la implementación de las reformas agrarias estatistas2 aplicadas en América del Sur con posterioridad a la finalización de la II Guerra Mundial dentro del marco del surgimiento de guerrillas campesinas (triunfo de la revolución cubana en 1959) y la creación de la Alianza para el Progreso en 1961 como consecuencia de la celebración de la Conferencia de Punta del Este. La continuación del proceso de reforma agraria en México y los inicios de las reformas agrarias en Guatemala (1952), Bolivia (1953), Cuba (1959, 1960, 1963 y 1977), Venezuela (1960), Colombia (1961 y 1968), Chile (1962, 1967 y 1970), República Dominicana (1962), Perú (1964 y 1969), Brasil (1964 y 1967), Ecuador (1964), Nicaragua (1979) y El Salvador (1980), entre otros, representan una muestra de la vitalidad del proceso que intentó solventar el problema secular de la tierra en el subcontinente. Sin embargo, menos conocido es lo ocurrido en los recién independizados países del continente africano. Aquí también tuvieron lugar una serie de reformas agrarias estatistas de gran interés analítico tanto por sus consecuencias territoriales y socioeconómicas, como por su posible comparación con el caso latinoamericano.
El período estudiado abarca desde 1945 hasta 1980. No es casualidad que la fecha inicial sea 1945, pues diversos hechos históricos muestran ya los deseos de independencia de los pueblos africanos: el 8 de mayo, día del armisticio en Europa, comienza la que se conoce como Matanza de Setif en Argelia, en la que las tropas francesas mataron a 20.000 argelinos que reclamaban la independencia; la Rebelión de 1947 contra el colonialismo francés en Madagascar ocasionó entre 11.000 y 80.000 muertos; iniciada su organización a mediados de los años cuarenta, pocos años más tarde, en 1952 se inició el levantamiento Mau Mau en la colonia inglesa de Kenia. En las movilizaciones por la independencia, la población campesina aparece como el elemento principal y más numeroso. Es ella la que estaba sufriendo de forma más palpable el colonialismo de los imperios europeos: la expropiación de sus tierras para ser entregada a los colonos blancos europeos, la desarticulación de los sistemas agrarios tradicionales (economía de trata) y la expansión de la agricultura de plantación para la exportación. La fecha final de 1980 obedece a la finalización de la implementación de las reformas agrarias estatistas, así como el fracaso de sus objetivos, y la génesis de una nueva era de políticas agrarias neoliberales para el continente impulsadas por el FMI y el Banco Mundial dentro del marco de los programas de ajuste estructural (PAE) a consecuencia de la crisis de la deuda externa.
La cuestión agraria en África no es un tema baladí. El continente africano tiene hoy el mayor porcentaje de población rural del mundo: dos de cada tres habitantes del África al Sur del Sáhara. Llama la atención que en el continente donde más población se dedica a las actividades agro-silvo-pastoril-pesqueras, sea también el lugar del planeta donde el hambre, la desnutrición y la pobreza se manifiestan de manera más evidente y donde la denominada soberanía alimentaria está lejos de conseguirse, mientras la demanda de tierras y la consiguiente subida de su precio, así como la creación y/o expansión de los movimientos y luchas campesinas, se manifiesta de forma patente con el comienzo del siglo XXI (Berry, 2002; Moyo y Yeros 2005; Rosset, 2013).
Más allá de los condicionantes físicos (reducida pluviometría, sequías periódicas, escasez y mala calidad de los suelos), ¿qué papel han jugado y juegan las estructuras agrarias (sistemas de propiedad y relaciones económicas asociadas) en la problemática de las agriculturas africanas? ¿Cuáles han sido los resultados de las reformas agrarias que se han preocupado por variar dichas estructuras agrarias? Más específicamente, ¿se puede realizar un balance de la aplicación de las reformas agrarias en África entre 1945 y 1980? Esta última pregunta es el objetivo del presente artículo.
1. METODOLOGÍA
En cualquier estudio geográfico sobre la agricultura de un lugar se deben tener en cuenta una serie de factores configuradores y condicionantes de lo que sería su o sus sistemas agrarios. Principalmente serían los siguientes:
Condicionantes físicos: clima, topografía, relieve, suelo y vegetación.
Condicionantes humanos: a) demográficos, b) socioeconómicos (propiedad de la tierra, regímenes de tenencia, economía, dimensión y gestión de las explotaciones, conocimiento vernáculo y científico-tecnológicos, etnográficos y mercados) y c) político-jurídicos (políticas rurales, reformas agrarias, organismos internacionales).
El análisis de los factores configuradores y condicionantes de las actividades primarias del continente africano nos da como resultado una extraordinaria diversidad de sus sistemas agrarios. Ello nos permite concluir que, abandonando las tesis sostenidas en muchos trabajos de investigación sobre el atraso de su agricultura en relación a su carácter tradicional o premoderno, las dialécticas mantenidas a lo largo del tiempo entre los pueblos africanos y su medio natural resultan de gran interés para el presente y el futuro de su agricultura. Todavía recientemente diversos trabajos sobre la agricultura africana se afanan en demostrar la pobreza productiva y social de la misma como consecuencia de factores físicos (pobreza de suelos, clima adverso, por ejemplo) y humanos (inadecuación de la dimensión de las explotaciones, utilización de tecnología arcaica, métodos de gestión insostenibles, escasa formación de los agricultores) (Dufumier, 2010). Esta tesis es la que se arguye para demostrar por qué el continente sigue dedicando tantos activos a la agricultura, pero no logra alimentar al conjunto de su población que, por otro lado, crece de forma geométrica como si las tesis maltusianas tuvieran aquí su plasmación empírica más elocuente.
Afortunadamente, una mayor profundización en la metodología y en el trabajo de campo para conocer la agricultura del continente y sus archipiélagos (por ejemplo Oosterbaan y Vos, 1980; Vera Vázquez y Martín Martín, 2008; Perdomo Molina, 2002, 2003 y 2007; Martín Martín, 2000) está poniendo de manifiesto la riqueza, diversidad y métodos de manejo y gestión de sus sistemas agrarios, a la vez que la sostenibilidad de los mismos en el marco, al menos, de la denominada agricultura tradicional campesina.
Considerando toda esta rica y variada diversidad agroecológica, se explica todavía menos el porqué de la insuficiencia de la producción de alimentos en África. Aquí hay que incorporar como explicación la negativa modificación de los sistemas agrarios tradicionales por parte de la agricultura de monocultivos para la exportación, iniciada desde el período colonial, la cual ha desestructurado y está desestructurando una parte importante de los mismos; además de que la modernización agraria está lejos aún de provocar un abastecimiento de alimentos más o menos importante para el continente.
No obstante, en el presente artículo vamos a prestar especial atención a los procesos de reforma agraria dentro del contexto de la superestructura política: una ley de reforma agraria supone la aprobación por parte de la clase o clases sociales que ostentan el poder del Estado de los requisitos para solventar la cuestión agraria (el problema de la distribución y tenencia de la tierra) (F.A.O., 2003). Así lo entendía ya en su clásica obra Le Coz, que añadía que una reforma agraria es la expresión de la ideología de la clase política dominante (Le Coz, 1976, 17).
Para ello realizaremos un balance de las reformas agrarias que han afectado a los países africanos entre 1945 y 1980. Las fuentes utilizadas para realizar esta síntesis han sido la bibliografía científica (fundamentalmente anglosajona, pero también francesa, portuguesa, española y de algunos países africanos), los documentos elaborados por agencias internacionales gubernamentales y privadas (FAO, Banco Mundial, Grain, Vía Campesina), diversas webs especializadas en agricultura (ver bibliografía final), así como breves estancias en países africanos (Marruecos, Túnez y Cabo Verde)3. Fruto de la síntesis del estudio de las fuentes documentales es el extenso Cuadro 1, principal aportación de este trabajo, en el que se resumen cada una de las reformas agrarias estatistas que se dieron a lo largo del continente africano en aquellos años. Así, país por país se localizan los siguientes ítems: período de los gobiernos de las burguesías burocráticas, nombre de los presidentes, nombre del partido único, formas de acceso al poder del Estado y síntesis de la reforma agraria. En este último ítem es donde desarrollamos, siempre que dispusiéramos de la información, las características de la reforma agraria implementada en cada uno de los países: antecedentes, estructura anterior de la propiedad, fechas de inicio de la reforma agraria y periodización de la misma, características de la ley de reforma agraria, familias campesinas afectadas, grado de cumplimiento de los proyectos de reforma agraria, resultados de la misma y estado actual.
Nuestra conclusión es que, aunque todavía no existen suficientes estudios empíricos sobre sus resultados (Oya, 2007), las reformas agrarias implementadas en ese período no solucionaron el problema de la agricultura africana, por lo que al comenzar el siglo XXI la cuestión agraria en el continente seguía sin solucionarse.
2. DE LOS SISTEMAS AGRARIOS TRADICIONALES A LA APARICIÓN DEL PROBLEMA DE LA TIERRA
A grandes rasgos, hoy no se puede sostener la afirmación de que existieron tres grandes regiones claramente delimitadas de apropiación de la tierra con el proceso de colonización en África –región de economía de trata (África Occidental), región de economía de reserva de trabajo indígena para los colonos blancos (Este y Sur de África) y economía de las grandes compañías concesionarias (África Central)-; más bien lo que ocurrió fue una combinación de todas (Bernstein, 2005, pp. 67-70). Está claro también que la colonización, fuese a través de un gobierno directo o indirecto, supuso la desestabilización de las tradicionales estructuras agrarias precoloniales: junto a la desestructuración y pervivencia de las tierras comunales o consuetudinarias, aparecen desde entonces la propiedad privada individual o empresarial y la pública, que se desarrollan a costa de las primeras (Castellani, 2000, p. 5). El despojo de tierras -otorgándolas a los colonos blancos o pasándolas a manos del nuevo gobierno- por las nuevas autoridades coloniales fue el recurso más utilizado, pero también las tierras de las comunidades campesinas fueron fuente de ganancias coloniales a través del control indirecto de las reglas consuetudinarias y de las autoridades locales (Berry, 2002).
Junto a las nuevas formas de propiedad fundiaria, aparecen también nuevas formas de trabajo colonial: desde el inicial trabajo forzado, como en las colonias portuguesas (Ishemo, 1995; Wheeler, 2008) o españolas (Sant, 2009; Carnero y Díaz, 2014), hasta la incipiente proletarización campesina, pasando por regímenes indirectos como el sistema de pago en trabajo o la asalarización forzada por el nuevo sistema de impuestos colonial (Kanyongolo, 2005), la aparcería o la semiproletarización con base en el sistema obrero-campesino (Bernstein, 2005; Moyo y Yeros, 2005).
Tanto el progresivo avance de la propiedad pública como privada a costa de las tierras consuetudinarias, así como las nuevas formas de trabajo establecidas por el colonialismo, provocaron la reacción de las comunidades campesinas. Por lo que se puede decir que el movimiento campesino de lucha por la tierra comienza ya desde el período colonial: luchas sindicales (salario y condiciones laborales), luchas de las comunidades campesinas contra la apropiación de las tierras comunales por los jefes tribales (movimiento “asafo” en Ghana, Amanor, 2005; asociaciones campesinas en Malawi, Kanyongolo, 2005) y/o lucha armada contra los colonos blancos (movimiento Mau Mau en Kenia) (Moreno Feliu, 2014).
En los primeros años de la independencia de los países de esta gran región el problema de la tierra no era grave. En la década de los setenta del siglo pasado uno de los mejores libros escritos sobre el África negra hablaba en estos términos del problema agrario: «Hasta ahora (excepto en el caso límite de las reservas), los niveles de vida no habían sido excesivamente afectados, gracias a la colonización de «tierras nuevas» (…) o a una racionalización moderada adaptable a la economía tribal». Pero a continuación ya advertía de la inadecuación de estos sistemas agrarios al creciente ritmo demográfico que estaba acentuando la escasez de tierras (Coquery-Vidrovitch y Moniot, 1985: 323-324).
En gran parte de la nueva África independiente siguieron todavía vigentes prácticas de derecho consuetudinario y tradiciones que regulan la explotación de la tierra de base comunitaria. Por ejemplo, en Ghana el principio de que la tierra depende de las autoridades tradicionales rige en la mayor parte del país (y así lo establecen las Constituciones de 1979 y 1992), incluyendo las ciudades importantes (Amanor, 2005, pp. 116-117). Mientras, otro numeroso grupo de países, los denominados “socialismos africanos” de las décadas posteriores a la independencia (el socialismo ghanés de N’Krumah, el zambiano de Kaunda, el tanzano de Nyerere, de Malí, de Guinea, del Congo, el egipcio de Nasser) no resolvieron, pues no atacaron o lo hicieron de manera parcial, el problema de la tierra (ver Cuadro 1). En los países de antiguos “colonos europeos”, como Kenya, Sudáfrica y Zimbabwe, la desigualdad del tamaño de las explotaciones recuerda la de América Latina y, en algunos casos, era de hecho todavía peor (Rosset, 2001, cit. en Martín Martín, 2007, p. 11).
3. LA IMPLEMENTACIÓN DE LAS REFORMAS AGRARIAS ESTATISTAS (1945-1980): EL PREDOMINIO DE LAS FORMAS ASOCIATIVAS
Durante esta primera etapa post-independencia de África se llevaron a cabo reformas agrarias, normalmente parciales con gobiernos en manos de burguesías burocráticas (gobernantes, gerentes, directores de empresas estatales y burócratas) que llegan al poder a través de golpes de Estado por parte de militares “de izquierda” (Egipto, Etiopía-Eritrea) o mediante gobiernos elegidos que implantaron el llamado “socialismo africano” a través de sistemas de gobierno de partido único (ver Cuadro 1). Otra forma de implantación de estas reformas agrarias estatistas tuvo lugar con posterioridad al triunfo de guerras de liberación nacional de colonias contra sus metrópolis europeas (Argelia, Angola, Mozambique, Sao Tomé y Príncipe, Guinea Bissau o Cabo Verde), mientras que en los países del Sur de África, la lucha contra sistemas de “apartheid” estaban generando guerrillas de amplio contenido campesino (Zimbabwe, Namibia y Sudáfrica). En todos estos ejemplos, y aunque todavía no contamos con estudios profundos de casos ni sistematización para todo el continente (Oya, 2007), la aprobación y desarrollo de estas reformas agrarias colocaban la cuestión de la tierra como uno de los puntos principales para iniciar el progreso general de sus respectivos países, debido a la concentración de la tierra en manos de unos pocos terratenientes y una creciente masa de campesinos con poca tierra o sin tierra en situación de superexplotación y pobreza severa. Además de la nacionalización de toda o una parte de las tierras por expropiación (mediante compraventa o sin ella), estas reformas agrarias estatistas se implementaron principalmente bajo formas asociativas: cooperativas estatales, cooperativas autogestionadas con fuerte intervención estatal o repartos de tierras a los campesinos con compraventa y posterior creación de cooperativas de suministro de insumos, mantenimiento de equipo, crédito y comercialización, también bajo la impronta estatal. Con las burguesías burocráticas en el poder, el Estado se convertía con dichas formas de organización de los campesinos en el nuevo terrateniente.
Uno de los procesos más estudiados desde sus inicios (Eshag y Kamal, 1968; Le Coz, 1976; Quintana Pali, 1979) en este primer período de reformas agrarias estatistas, corresponde a los países del Magreb y Egipto donde los “fellah” (campesinos no propietarios, por lo general pobres) fueron partícipes multitudinarios de las luchas de liberación nacional o eran fuente de justificación de los gobiernos de partido único para la aplicación de sus programas políticos populistas.
El ejemplo argelino resulta ilustrativo cuando se crean las cooperativas autogestionadas, pero con marcada presencia del Estado en las mismas. El nuevo Estado argelino no dio a los beneficiarios de la reforma agraria (expropiación de las tierras de los colonos franceses fundamentalmente) ni el estatuto de campesino ni el de proletario, lo que condujo gradualmente a la nacionalización del sistema de explotación (Aït Amara, 1999, p.130). Así, los derechos de autogestión son los derechos colectivos que se ejercen solamente siempre y cuando uno es un miembro de la comunidad de trabajo (condición que se gana si se justifica al menos 200 días de trabajo al año). Existe además un grupo de trabajo independiente de la empresa autogestionada aunque vinculado al Estado, y, además, una serie de bienes pertenecen al dominio del Estado y están bajo su control. El Estado tiene la autoridad para operar fusiones o divisiones de la empresa o el cambio del régimen de gestión (Aït Amara, 1999, p. 130; Baci, 1999, p. 286).
Los ejemplos de países que con la aprobación de reformas agrarias estatistas implantaron formas asociativas son numerosos, abarcando cerca de la mitad de los países del continente (ver Cuadro 1). Además de los ya citados Egipto y Argelia, encontramos desarrollos cooperativos en diferentes grados en otros países del Magreb (Marruecos, Túnez y Libia) (Juárez Rubio, 1988; Jouve, 1999; Akesbi et al., 2008), del Cuerno de África (Etiopía, Eritrea, Somalia) (Molyneux, 1979; Castellani, 2000), Tanzania (Coldham, 1995; Ishemo, 2007), Benín, Guinea, Congo, y las antiguas colonias portuguesas (Cabo Verde, Mozambique, Sao Tomé y Príncipe) (Lesourd, 1994; Cahen, 1995; Ishemo, 2007; Seibert, 2009).
En los países de fuerte presencia del llamado “socialismo africano” no pudieron ser erradicadas las formas sociales y económicas tradicionales, tales como los linajes, las estructuras tribales o las leyes consuetudinarias (entre estas últimas, las referidas a la propiedad y gestión de la tierra). Antes bien, las formas tradicionales se entremezclaron con las formas del nuevo Estado independiente, y en muchas ocasiones las élites del partido en el poder se confundían con determinadas identidades étnicas o religiosas, por lo que pervivió el clientelismo4:
En Congo, por ejemplo, donde todos sus habitantes tienen una fuerte conciencia de identidad étnica, el presidente Ngouabi contaba con el firme apoyo tanto del pueblo como de las elites del norte (de donde él provenía), pero debía hacer frente a la hostilidad más o menos latente de gran parte del pueblo y los poderosos del sur (que sentían que el Partido Congoleño del Trabajo -PCT- era un instrumento de dominación de la elite del norte). Las reglas del partido también promovían esta percepción. La adhesión al PCT estaba sujeta al padrinazgo de un miembro del Comité Central. Por cálculo político, los líderes generalmente favorecían la incorporación de ciudadanos con afinidad étnica o de otro tipo.
Algo parecido ocurrió en la evolución político-agraria de varios países que fueron gobernados con sistemas de partido único: Sao Tomé y Príncipe (Seibert, 2001 y 2009), Tanzania, (Lockwood, 2007). Aunque no fue patrimonio de este tipo de gobiernos (Lockwood también cita los casos de Kenia, Costa de Marfil, Senegal o Zambia), y todavía hoy es extensible a muchos Estados africanos (Médard, 1982 y 1991; Allen, 1995).
4. LOS RESULTADOS DE LAS REFORMAS AGRARIAS ESTATISTAS (1945-1980): CONTINUIDAD DEL PROBLEMA DE LA TIERRA EN EL CONTINENTE
Los resultados de la aplicación de las reformas agrarias en África por parte de las burguesías burocráticas fueron un completo fracaso a causa principalmente de la oposición de mismos campesinos que no solo no obtuvieron la tierra, sino que fueron obligados a formar parte de la mano de obra barata que atendía las nuevas cooperativas y haciendas estatales. En la década de los ochenta del pasado siglo ya se vislumbra el fracaso de las reformas agrarias (ver el resultado de cada país en particular en el Cuadro 1): 1) eliminación (casos de Burkina Faso, Egipto, Somalia, Tanzania), 2) degeneración (casos de Argelia, Congo, Eritrea, Etiopía, Guinea, Guinea Bissau, Sao Tomé y Príncipe, Senegal y Mozambique), 3) escasa implantación (Benín, Libia, Angola, Cabo Verde, Madagascar, Mali y Marruecos) y 4) paso a políticas agrarias cada vez más neoliberales de los gobiernos de partido único (Ghana, Kenia, Túnez y Zambia). Con estos procesos políticos, las reformas agrarias estatistas van decayendo o siendo eliminadas, debido a los evidentes problemas de caída o estancamiento de la producción, descenso de la productividad, bajada de los precios de los productos agrarios, bajos salarios, salida y/o emigración de los campesinos de las cooperativas y haciendas estatales, vuelta a los sistemas tradicionales de producción campesina. Sin embargo, el período de reformas agrarias de 1945 a 1980, producto de las guerrillas de liberación nacional de alto contenido campesino (comenzado por la guerrila mau-mau de Kenia, FLN de Argelia, guerrillas anticoloniales de las posesiones portuguesas, República del Congo, Eritrea, Etiopía, Sudán, Sudáfrica, Namibia y Zimbabwe), no solo no logró solucionar el problema de la tierra en África, sino que preparó el camino al segundo período de reformas agrarias en el continente (1980 a la actualidad): las denominadas reformas agrarias de mercado que no se van a basar en las formas asociativas, sino en las parcelarias y en el acaparamiento de grandes lotes de tierras consuetudinarias. Pero esta etapa será fruto de otra investigación.
CONCLUSIONES
Cuando se profundiza en la diversidad de los sistemas agrarios tradicionales y contemporáneos africanos surge la pregunta de cómo es posible que el hambre y la pobreza aún sacudan el continente. Durante las décadas posteriores a la independencia numerosos gobiernos de África creyeron que era en las inmóviles estructuras agrarias precoloniales y coloniales donde se encuentra el problema de la escasa productividad de sus tierras. Para solucionar esta llamada cuestión agraria se llevó a cabo el primer proceso de reforma agraria en el continente. Entre 1945 y 1980 se implementan las reformas agrarias estatistas, siendo los resultados decepcionantes.
Las reformas estatistas, bajo gobiernos de partido único, tuvieron como hilo conductor las formas asociativas (cooperativas agrícolas estatales y autogestionadas bajo gerencia estatal).
Las conclusiones que obtenemos de dicho período de reformas son que, desde el punto de vista de las estructuras agrarias, 1) facilitaron la aceleración del acaparamiento de tierras y aguas en África, pues como una gran parte de los gobiernos de partido único nacionalizó las tierras consuetudinarias campesinas, ahora las está entregando a grandes corporaciones e inversores individuales, tanto nacionales como extranjeros, y 2) evolucionaron las relaciones de producción sin eliminar las trabas semifeudales subsistentes, bajando los salarios y creando una masa mayor de campesinos sin tierra como resultado del proceso expropiatorio de las tierras consuetudinarias; y desde el punto de vista de la producción, fueron evidentes los problemas de caída o estancamiento de la misma, el descenso de la productividad y la bajada de los precios de los productos agrarios. En definitiva, la cuestión agraria en África siguió sin resolverse.
Fuente: Elaboración propia a partir de la biliografía citada en el texto y la siguiente: Byamugisha (2014), Camara (2013), Chéneau-Loquay (1995 ), Cousins (2009), Dahou y Ndiaye (2009), Dumont (1989), F.A.O.-Sub regional Office for Southern and Eastern Africa (2005), F.A.O.-C.P.L.P. (2009 ), Grischow (2008), Herbolzheimer (2008 ), Lahiff (2007), Manji (2001), Martín López (2012 ), Matavel et al. (2011), Moyo (2006, 2007, 2007b y 2008), Obeng-Odoom (2012), O.C.D.E. (2006), O’Laughlin et al. (2013), Oya y Santamaría (2007), Pascal (2011), Pedersen (2016), Peters (2004, 2009 y 2013), Sidibe (2001), Sihlongonyane (2005), Thomas (2003), Thurston (s/f), Van Leeuwen (2014), Vieitez Cerdeño (2009), Wolford et al. (2013) y World Bank (2007).
NOTAS
La soberanía alimentaria la definimos tal y como lo hizo en 1996 la Vía Campesina en Roma, con motivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO): la capacidad de cada pueblo para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible y seguridad alimentaria. Ello implica la protección del mercado doméstico contra los productos excedentarios que se venden más baratos en el mercado internacional, y contra la práctica de la venta por debajo de los costos de producción.
La denominación de estas reformas agrarias como estatistas se debe al nuevo papel que el Estado va a jugar en la denominada cuestión agraria en el Tercer Mundo. A partir de 1945, el Estado no sólo va a elaborar leyes de reforma agraria, sino que se va a convertir en actor principal del intento de modernización de las estructuras agrarias de estos países: control de precios de los productos agrícolas, control del comercio exterior agrario, pero, sobre todo, convirtiéndose en un nuevo terrateniente mediante la nacionalización de las tierras, la creación de cooperativas en las que la tierra pertenece al Estado y se contrata a campesinos sin tierra y/o cooperativas formadas por familias campesinas pero gerenciadas por funcionarios estatales.
Queremos hacer referencia aquí a la ayuda prestada desde España por la compañera investigadora Juana Moreno que nos puso en contacto con el economista y profesor de la Universidad de Rabat Najib Akesbi y con la investigadora Houria Elattaoui en Rabat, así como diversos sindicatos campesinos de ese país; y al compañero experto en la Macaronesia Rubén Barone que nos puso en contacto con el geógrafo y profesor de la Universidad de Cabo Verde José María Semedo.
Aunque se trata de un texto de la Wikipedia francesa, consideramos importante esta cita, pues describe perfectamente las relaciones entre el partido político y las autoridades consuetudinarias, no sólo del caso congoleño, sino de muchos otros países africanos ayer y hoy: https://fr.wikipedia.org/wiki/Marien_Ngouabi?veaction=edit§ion=9#D%C3%A9clin_%28janvier_1975_%E2%80%93_mars_1977%29.
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Países con regímenes de partido único que han aplicado reformas agrarias (1945-1980)