Estudios Geográficos 83 (292)
enero-junio 2022, e099
ISSN: 0014-1496 | eISSN: 1988-8546
https://doi.org/10.3989/estgeogr.2022107.107

SOLEDAD: LA VOZ DEL DESIERTO

Solitude: the voice from the desert

Hugo Capellà Miternique

Universitat de les Illes Balears

https://orcid.org/0000-0003-2945-6741

Resumen

La relación del espacio con la soledad se ha vinculado históricamente con el concepto de desierto. Los factores físicos y naturales del desierto han ayudado a fomentar el temor colectivo de su vacío en contraste con la seguridad que representa la ecúmene. No obstante, esa aparente dualidad encierra por un lado al desierto y la soledad como una construcción cultural que ha servido para reforzar las formas sociales de convivencia. Por lo tanto, tan conceptualmente como por su vinculación sería parte intrínseca de la misma ecúmene. Por otro lado, al profundizar, el desierto lejos del temor asoma de ese modo como un vehículo para conseguir una liberación individual replanteando entonces los cimientos mismos de nuestras sociedades complejas.

En el presente artículo conceptual introduciremos en primer lugar el significado y la construcción de la relación entre el desierto y la soledad en el contexto cultural occidental. En segundo lugar, nos centraremos en el desarrollo del miedo social al vacío respecto de una visión de convivencia con la soledad poniendo énfasis en el aislamiento en nuestras sociedades postmodernas sobre-informadas. Por último, concluiremos con una reflexión sobre la necesidad de la soledad como forma de recuperar la mirada sobre el mundo.

Palabras clave: 
geografía cultural; soledad; desierto; desorientación; referencia; confinamiento.
Abstract

Space and solitude relationship has historically been related to the concept of the desert. Desert’s physical and natural factors have helped to motivate a collective fear to vacuum in contrast to the refuge feeling in the ecumene. However, this apparent duality encloses on the one hand the desert and solitude as a cultural construct that have served to reinforce social forms of coexistence. Therefore, desert and solitude both conceptually and because of its dependency linkage, they would be an intrinsic part of the same ecumene. On the other hand far from fear, the desert appears as a vehicle to achieve individual liberation, rethinking our complex societies.

In this conceptual article we will first introduce the meaning and construction of the relationship between the desert and solitude in the Western cultural context. Secondly, we will focus on the development of the social fear of emptiness with opposed to a vision of coexistence with solitude, focusing on isolation in our over-informed postmodern societies. Finally, we will conclude with a consideration on the need for solitude as a way of recovering our view of the world.

Key words: 
Cultural geography; Solitude; Desert; Lost; Reference; Confinement.

Recibido: 20/05/2020; Aceptado: 29/03/2022; Publicado: 27/05/2022

Cómo citar este artículo/citation: Capellà Miternique, Hugo (2022). Soledad: La voz del desierto. Estudios Geográficos, 83 (292), e099. https://doi.org/10.3989/estgeogr.2022107.107

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN: LA SOLEDAD EN EL DESIERTO

 

Desde la geografía se ha prestado interés en el estudio de los desiertos tanto desde sus particularidades más físicas como humanas, en cambio se ha analizado poco como construcción conceptual antrópica. El desierto, hoy circunscrito a un tipo de espacio físico particular, englobaba en el pasado a todos los espacios que se consideraban como vacíos incluyendo además de los desiertos físicos, a bosques, montañas, pasando por franjas fronterizas e incluso espacios de retiro (religioso). Desde la geografía cultural los antecedentes sobre el desierto se han centrado en poner en evidencia los imaginarios vinculados con la naturaleza, la inmensidad y el exotismo, como objeto de estudio (fenomenológico), evidenciando la oposición entre nuestros referentes de vida en sociedad (ecúmene) y en oposición a la soledad de un desierto casi mineral (anecumene). No obstante, en la presente investigación se indagará desde una perspectiva más original al considerar el desierto como concepto per se (ontológico).

La etimología y evolución del concepto desde la visión occidental nos permitirán entender el papel cultural que ha desempeñado el concepto de desierto en nuestras sociedades en un curioso paralelismo geográfico con el concepto de soledad. El desierto se convirtió en una construcción de una metáfora espacial para poder escenificar el lugar de la soledad en nuestras sociedades. Su exclusión durante tiempo responde a una como defensa de preservación de un modelo cultural centrado en la convivencia colectiva. En ese contexto la soledad proyectada en el vacío del desierto significaba un peligro al permitir la liberación del individuo (concientización). La soledad otorga la posibilidad de un conocimiento de uno mismo al margen de la sociedad (sumida en las normas) y en consecuencia representa un peligro al poder replantearse sus cimientos.

La cosmovisión del desierto en nuestras sociedades significa el lugar marginal y de dependencia al cual hemos recluido la soledad. El replanteamiento de la misma en el redescubrimiento del desierto aporta nuevas perspectivas sobre el rol del individuo en nuestras sociedades contemporáneas, permitiendo reencontrar el lugar propio de la soledad en nuestras sociedades, al margen de estigmatizaciones. La revalorización de la soledad permite descubrir nuestro desierto, sin por ello tener que negar posibles nuevas formas de sociabilidad.

El presente ensayo teórico-conceptual se centra en estudiar a partir de la revisión bibliográfica la relación espacial existente entre la soledad y el desierto entendidos como una construcción antrópica. El desierto desde esa perspectiva pasa a convertirse en una representación tan antrópica como lo puede ser una ciudad y ha servido para construir un miedo colectivo que refuerza la necesidad del vivir conjuntamente. No obstante, veremos cómo la construcción conceptual del desierto respecto de la soledad encierra otra visión liberadora que quedó relegada por la primera. Esta visión pasada surgida desde la religión aporta curiosamente respuestas ante las nuevas formas de soledad del individuo en nuestras sociedades contemporáneas.

Los propósitos del presente artículo son mostrar que: el desierto se plantea como una construcción para reforzar la sociabilidad referencial desde su rechazo colectivo; la soledad se asocia con el desierto como un margen social pero a su vez liberador individual; las sociedades de la comunicación contemporáneas conviven con una nueva forma de soledad colectiva; la experiencia del confinamiento colectivo representa una transformación de la soledad como liberación positiva; el desierto nos permite construir nuestro individuo.

La soledad en el desierto lejos de significar una angustiosa pérdida ante la inmensidad puede entenderse como una liberación para un reencuentro individual del lugar. Para ilustrar de forma espacial esta idea sirva la sensación de desamparo cuando salimos de una parada del metro que no conocemos en nuestra ciudad (Fig. 1). Al salir a la calle nos encontramos en un lugar que nos parece ajeno por unos instantes hasta reubicarnos. Por un momento, la desorientación nos sitúa en una dimensión casi desconocida que nos hace ver nuestro propio mundo desde una mirada nueva, cómo si se tratara de un destello de lucidez en el proceso de re-descubrimiento de una realidad que se nos había desvanecido por la cotidianeidad. Esa ilusión momentánea de desorientación traduce la plasmación espacial de la soledad en el acto del perderse. No obstante, es tal la fobia social y cultural a perderse esta acción que ni siquiera en el lenguaje puede adquirir el estatus de nombre propio y queda siempre como parte de la acción transitoria (el perderse) del infinitivo en reflexivo. La sociedad aborrece por su propia definición la soledad que la aniquila.

FIGURA 1.  LA DESORIENTACIÓN EN UN ESPACIO CONOCIDO
medium/medium-ESTGEOGR-83-292-e099-gf1.png
Fuente: (Murphy, 2015Murphy, R. (2015). How to Get Your Bearings When Exiting a Subway Station. Recuperado de https://www.citylab.com/life/2015/06/how-to-get-your-bearings-when-exiting-a-subway-station/395966 )

Desde que nacemos nos indican siempre cómo orientarnos y cómo identificarnos dentro del grupo para no perderse y en contra de todo aquello que signifique una pérdida del control y de la orientación. Exceptuando en unos pocos casos la soledad termina por convertirse en una forma de castigo, en la reclusión (como privación de libertad). No obstante, la soledad encierra una contradicción puesto que es cuando estamos aislados cuando mejor podremos adquirir una mayor reflexión y conciencia de nosotros mismos. Así la elección de inclaustración de monjas y frailes o incluso la misma reclusión forzada en una cárcel encierra una forma de aislamiento que permite desde la soledad una reflexión para redimirse. Desde esa perspectiva, a pesar de la diferencia de los casos, el aislamiento y la soledad esconderían un aprendizaje en el propio ser por un lado, sólo reconocido de forma aislada pero por otro lado, vetado socialmente, al implicar el reconocimiento de una libertad individual que chocaría con el ritmo normado y cotidiano de nuestras sociedades.

¿Soledad y solitud?

 

La soledad desde la perspectiva espacial responde a la sencilla definición de estar aislado, pero a la vez conlleva toda una serie de connotaciones asociadas al vacío. El estar “sólo” (usaremos esta palabra solo con acento diacrítico y entre paréntesis cuando aludamos al concepto “de forma voluntaria” para diferenciarlo de su significado como adjetivo “de forma involuntaria” aunque en el resto del artículo seguiremos la grafía normada sin diacrítico) por sí ya se plantea desde un referente definido (el yo) y por lo tanto su aislamiento se daría no tanto desde un ámbito de localización, sino más bien en relación al contexto, es decir la situación. Desde esta perspectiva la soledad tendrá más que ver con el aislamiento elegido o impuesto por el contexto con independencia de estar o no solo. De esta manera nos podemos encontrar solos en medio de los demás y por el contrario sentirnos vinculados con el resto aunque decidamos aislarnos. La soledad se vincularía por lo tanto con una percepción que obedece más a la situación (contexto espacial) respecto al otro y por el contrario, estaría desvinculada del lugar concreto como apunta Tuan (2017)Tuan, Yi Fu (2017). Humanistic geography. En A Theory and Methods(pp. 127-138). Londres, Reino Unido: Routledge.. Esta idea se refleja justamente en la novela de Auster (2012)Auster, P., y Ciocchini, M. E. (2012).La invención de la soledad. Barcelona, España: Anagrama. Obra original publicada en 1994). en torno a la construcción del mismo concepto de soledad. El aislamiento no es un lugar propio, sino que se establece a partir de una relación entre el referente y el otro, en un proceso de segregación, por lo tanto, respecto de la situación. El aprendizaje de la orientación no es más que el aprendizaje encubierto de la situación en el espacio y en el fondo en la misma sociedad, con independencia de la soledad.

El vocablo genérico de soledad incluye una serie de sinónimos que encierran muchos más matices que nos permiten diferenciar el “ser” o el “estar sólo” y si es una acción de forma voluntaria o forzada. Así en el presente artículo para diferenciar los matices (fig.2) entenderemos el concepto de soledad solo cuando se refiera a un aislamiento involuntario que nos define (como por ejemplo en el caso de un preso) mientras que cuando sea voluntario hablaremos de una solitud (como en el caso de un ermitaño). Además, cuando nos referimos a un alejamiento de tipo substantivo (estado transitorio) y no estructural (definidor del ser) hablaremos con un substantivo o adverbio de “sólo” más afín al concepto de solitario más por decisión propia, y “solo” más afín a soledoso, como un estado no deseado.

FIGURA 2.  MATICES DE UNA SOLEDAD NO TAN ÚNICA
Soledad voluntaria involuntaria
Sujeto (ser) solitud soledad
Objeto (estar) “sólo” (adv)/solitario solo (adj)/soledoso

Fuente: elaboración propia.

Más allá de los matices el concepto genérico de soledad en función de la percepción cabe señalar que su misma existencia y definición se establece a partir de una dependencia respecto de la sociabilidad. Por más contradictorio que pueda parecer a simple vista el mismo concepto de soledad es una construcción antrópica del hombre en sociedad y en un espacio habitado. Su definición por negación respecto de un centro habitado y social (representado en el concepto mismo de ciudad) marca su carácter de dependencia. De hecho, la existencia de la soledad permite justamente definir desde un contexto o situación a la propia ciudad y de la misma manera la soledad deriva del aislamiento respecto del grupo (fig.3). La ciudad existe gracias al desierto, de la misma forma que el desierto gracias a la existencia de la ciudad, siendo ambas parte por igual de una misma relación de dependencia establecida. Desde esa perspectiva el desierto sería tan antrópico como la ciudad.

FIGURA 3.  ESQUEMA DE LA CONSTRUCCIÓN ANTRÓPICA DE LA SOLEDAD
medium/medium-ESTGEOGR-83-292-e099-gf2.png
Fuente: elaboración propia a partir de Capellà (2010)Capellà, H. (2010). ¿El margen y la diferencia: un discurso propio? En M.E. Cepparo. (Ed.), Rasgos de marginalidad. Diferentes enfoques y aportes para abordar su problemática. Malargüe, un ejemplo motivador (pp. 73-93). Mendoza, Argentina: Edit. Facultad de Filosofía y Letras..

Retomando algunos antecedentes como los de Waldo Emerson y Ronald A. Bosco (1971)Emerson, R. W., y Bosco, R. A. (1971). The Collected Works of Ralph Waldo Emerson: Society and Solitude (Vol. 7). Cambridge, (MA) Estados Unidos de América: Harvard University Press. la soledad se incluye dentro de la Ecúmene (οἰκουμένη) o del orbe habitado por más que represente conceptualmente el desierto, entendido según Trakakis (2007)Trakakis, N. (2007). The desert. Philotheos, 7, 491-495. como el extremo o límite de lo habitado, pero aún parte de él. El desierto o Eremos (ἐρήμος) es el límite Eschatia (ἐσχατιά) de un orbe habitado que parte del núcleo de la ciudad o Asti (άστυ) y el entorno rural cultivado o Chora (χώρα). Dentro de esta visión clásica, parece lógico que el referente de civilización del orbe habitado, se refleje en el centro, representado en la ciudad. Según Bhaba (2002)Bhabha, H. K. (2002). El lugar de la cultura. Buenos Aires, Argentina: Manantial. la ciudad representaría la civilización en contraposición al desierto que plasmaría, como apunta Olstad (2007)Olstad, T. A. (2007). Desert dimensions: Attachment to a place of space (Tesis Doctoral). University of Wyoming, Laramie (WY)., el margen de lo salvaje e inhóspito. No obstante, el propio desierto sería también parte plena de la ecúmene al ser una representación respecto del sujeto.

La construcción del concepto de desierto

 

Antes de iniciar, cabe recalcar que en la presente investigación nos centramos sobre todo en la vinculación estrecha entre el desierto y la soledad pero no está de más recordar que existen muchas otras representaciones asociadas al desierto al margen de la visión culturalista. En su carácter despoblado, encontramos el concepto que expresa Olsson (1997)Olsson, G. (1997). Misión imposible. Anales de geografía de la Universidad Complutense, 17, 39-51. anecumene o el nowhere de Nagel (1989)Nagel, T. (1989). The view from nowhere. Oxford, Reino Unido: Oxford university press. que lo desvincularían conceptualmente del hombre en una visión ambientalista. En un sentido más amplio Fernández-Llamazares, Terraube et al., (2020)Fernández-Llamazares, Á., Terraube, J., Gavin, M. C., Pyhälä, A., Siani, S. M., Cabeza, M., y Brondizio, E. S. (2020). Reframing the wilderness concept can bolster collaborative conservation. Trends in Ecology & Evolution, 35(9), 750-753. se centran en lo inhóspito del espacio wilderness. No obstante, el desierto, a pesar de poder entenderlo como un espacio aparte, ha servido para muchos usos, desde militares hasta de ocio. En el presente estudio nos centraremos en su relación respecto del silencio recuperando una perspectiva positiva del desierto muy vinculada con la religión que ha quedado más relegada en los tiempos actuales.

El desierto es parte de la construcción antrópica y es el que aportará por su contraposición la misma definición del centro. El margen, como indica Shields (1991)Shields, R. (1991). Places on the Margins: Alternative Geographies of Modernity. Londres, Reino Unido: Routledge., tiene por un lado sentido propio y se convierte por otro lado en una vía desde la solitud voluntaria para el encuentro de la libertad individual. La solitud elegida en el desierto es un lugar-paisaje que inspira, según Lane (1998)Lane, B. C. (1998). The solace of fierce landscapes: Exploring desert and mountain spirituality. Nueva York, (NY) Estados Unidos de América: Oxford University Press., a la reflexión y según Chryssavgis (2008)Chryssavgis, J. (2008). In the heart of the desert: The spirituality of the desert fathers and mothers. Bloomington, (IN) Estados Unidos de América: World Wisdom, Inc., al reencuentro de uno mismo -espiritualidad-; en contrapunto a la sociabilidad de la ciudad que puede terminar mermando nuestra capacidad como individuos en una soledad social impuesta según Campagnac (2015)Campagnac, E. T. (2015). Society and solitude. Cambridge, Reino Unido: Cambridge University Press.. Esta visión apuntada dista de los referentes comúnmente aceptados que apuntan al elogio del centro respecto de la negatividad del margen. El desierto en cierta manera representa la antítesis de la base de cualquier forma de habitar en comunidad y se acerca por el contrario a lo más cercano desde el punto de vista político de la anarquía. No obstante, lo curioso de la visión clásica es que la propia existencia del orbe habitado incluya al desierto como un mal necesario para el éxito de la ciudad y de la civilización. Desde esa lógica la solitud pasa a ser un elemento construido necesario para la elección de una persona social libre.

Mientras que por un lado el lugar de la solitud dentro de la visión clásica seguirá en el cristianismo como plantea Endsjø (2008)Endsjø, D. Ø. (2008). Primordial Landscapes, Incorruptible Bodies: desert asceticism and the Christian appropriation of Greek ideas on geography, bodies, and immortality (Vol. 272). Berna, Suiza: Peter Lang. en los anacoretas y eremitas (cuyo origen procede de ἐρήμος definido justamente el espacio de vida elegido en el desierto) aislados en el desierto siguiendo el ejemplo de los “padres del desierto”. Por otro lado, se reafirma el referente en los primeros crismones cristológicos paleocristianos, bizantinos (Iglesia ortodoxa) y en la ulterior iconografía románica (Iglesia católica). El crismón simboliza no solo el vencimiento del cristianismo, sino que gráficamente representa una cosmovisión del mundo desde el origen (Alfa) hasta el fin (Omega) enmarcado en torno de las iniciales de Cristo (IHC) como orientador a modo de los puntos cardinales y delimitados por un círculo protector. Ambas visiones a pesar de parecer contradictorias forman parte de una misma totalidad.

El desierto para existir necesita de un centro, de la misma forma que el centro para reafirmarse requiere, como indica Donnan (1999)Donnan, H., y Wilson, T. M. (1999). Borders: Frontiers of Identity, Nation and State. Oxford, Reino Unido: Berg. , de un límite. No obstante, esas dos visiones han sido tradicionalmente contrapuestas e incluso origen de pugnas. Así por ejemplo, según Harmless (2004)Harmless, W. (2004).Desert Christians: an introduction to the literature of early monasticism. Oxford, Reino Unido: Oxford University Press., en el cristianismo temprano los movimientos eremíticos intentaban reencontrar en el desierto el origen de un movimiento que se consideraba que se estaba desvirtuando en su organización colectiva. De la misma manera sucederá en las primeras fórmulas comunitarias (eremitorios, cenobios, lauras y skete), así como en el origen de las primeras órdenes monacales (cuya etimología procede de μόνος que significa “sólo” o “único”), como la orden del Císter que plantearán un aislamiento espacial construido dentro de la sociedad a partir de la inclaustración y no como una “fuga geográfica” (Flanagan, 2013Flanagan, B., y Lanzetta, B. (2013). Embracing solitude: women and new monasticism. Eugene, (OR) Estados Unidos de América, Wipf and Stock Publishers.). De esta forma el hombre emula la representación del desierto para el eremita en un nuevo espacio construido en el seno de la sociedad. E incluso ulteriormente en determinados momentos se perseguirá la lógica eremítica como en el caso de los Cátaros por parte de una Iglesia que entiende el desierto solo bajo el control social. La Iglesia encuentra en la inclaustración una forma de normar socialmente la soledad. Cabe añadir que nos hemos centrado por la etimología de los conceptos en la tradición occidental y cristiana pero el desierto también ha sido elemento de meditación en otros contextos culturales y religiosos como el del Islam, el Judaísmo o aún en la cultura Zen donde se asocia con el vacío, entendido como algo productivo.

Según Merton (2011)Merton, T. (2011). Thoughts in solitude. Nueva York, /NY) Estados Unidos de América: Farrar, Straus and Giroux. las visiones del aislamiento social como forma de reflexión y reencuentro las podemos reencontrar también, como apunta Jasper (2008)Jasper, D. (2008). The sacred desert: Religion, literature, art, and culture. Hoboken, (NJ) Estados Unidos de América. John Wiley & Sons., en otros ámbitos como en el campo literario tal como aparece en las investigaciones de Siganos (1995)Siganos, A. (1995). La solitude du violent: trois moments-clefs chez Dostoïevski, Le Clézio et Lispector. En, Solitudes: écriture et représentation (pp. 123-130). Grenoble, Francia : ELLUG., Larsen (2013)Larsen, S. E. (2013). Into the Desert: Solitude in Culture and Literature. Advances in Literary Study, 1(03), 25. o Hamarneh (2014)Hamarneh, W. (2014). Welcome to the Desert of Not-Thinking. Canadian Review of Comparative Literature/Revue Canadienne de Littérature Comparée, 41(1), 86-98. por ejemplo, con el auge en el siglo XIX del movimiento romántico (Heffernan, 1991Heffernan, M.J. (1991). The Desert in French Orientalist Painting. Landscape Research, 16, 36-42.). La búsqueda idílica de lugares aislados (peñascos, riscos) es entendido como un espacio de fuga para la reflexión y el reencuentro en una naturaleza “pura” de unos supuestos valores (integridad, honestidad y sensibilidad) que se estarían perdiendo bajo las formas sociales de vida y sobre todo de una urbanidad “corrompida”. De esta forma el cotidiano y el frenesí urbano pasan a ser un mal necesario para organizarnos socialmente, pero al precio de la merma de libertad individual.

EL MIEDO AL VACÍO

 

Desde la tradición occidental el espacio se concibe como una construcción política colectiva. Tucídides en el siglo V. a.J.C. ya narraba la necesidad en la época de Teseo de una cohabitación necesaria συνοικισμóς (“synoikismós” que significa en griego “cohabitar”), para establecer una organización política colectiva en torno al concepto de ciudad πόλις, (“polis”, que significa en griego “ciudad” pero entendida más como la organización política de la misma incluso más cercano al concepto de nación (Gottman, 1961Gottman, J. (1961). Megalopolis. Nueva York, Estados Unidos de América: Twenty Century Fund. Hastings). Desde esa perspectiva el mundo se articulará en torno a esa necesidad colectiva y se plasmará en una representación de un mundo habitado y organizado que entendemos como civilización (concepto que procede del latin “civilis” que significa «civil» y relacionado con “civis” que significa «ciudadano» y “civitas” que significa «ciudad») en un sentido abstracto y universal. El centro es entendido como una construcción política del hombre y por oposición entonces el límite se asociará con aquello “salvaje” no habitado ni organizado asociado a la imagen del desierto y por extensión también en nuestra tradición cultural occidental a la naturaleza. Cabe mencionar que la invención del concepto de desierto también ha servido para imponer la imagen de vacío fuera del referente con independencia o no de la existencia de otros referentes y por extensión ha sido una excusa para poder ocupar territorios ajenos supuestamente desiertos. Así por ejemplo la “campaña del desierto” en Argentina permitió ocupar una Patagonia que no estaba desierta como indica Capellà (2004)Capellà, H., y Geraldi, A. (2004). La Pampa: de territorio a frontera. Revista de la Universidad Nacional del Sur, 13(1, 2), 31-51. .

No obstante, cabe matizar por un lado que la construcción del referente centrado en la ciudad y en un sentido más amplio en el hombre (antropocéntrico) considera al margen como parte del mundo representado por aquel. Por otro lado, es interesante plantear que la misma razón de organizarse colectivamente es para defenderse mejor frente a lo ajeno.

En general la imagen del desierto y vacío (social) se asocia con un destierro o muerte (social) respecto del referente que nos ha definido. Aunque en el caso de Estados Unidos, por ejemplo, la relación con el desierto es ambigua. Por un lado, se vincula con un espacio de naturaleza mineral fascinante (Cañón del Colorado, Arizona) ideal de fuga para liberarse: como forajido (Las Vegas) o como refugio de Dios (Salt Lake City) como apuntan Banham (1982)Banham, R. (1982). Scenes in America Deserta. Layton, (UT), Estados Unidos de América: Penguin Smith Books., Baudrillard (2005)Baudrillard, J. (2005). América. España, Barcelona: Anagrama. (Obra original publicada en 1986). y Laing (2009)Laing, J. H., y Crouch, G. I. (2009). Lone wolves? Isolation and solitude within the frontier travel experience. Geografiska Annaler: Series B, Human Geography, 91(4), 325-342.. Mientras que por otro lado, el control de esa inmensidad desde la geometría cartesiana lineal (cuadrículas de los agrimensores) se convirtió casi en una obsesión cuyo objetivo era el de acabar con el desierto.

El desierto es en consecuencia una representación social desde el centro para reforzar al propio referente dentro del grupo a partir del temor infundido hacia el otro o como veremos hacia el peligro que representa el propio individuo frente al interés de la comunidad. El desierto se construye como un tabú social definido como antítesis del centro. Es interesante observar cómo en la cultura occidental la naturaleza entendida como «silva» (que significa en latín “bosque” en el sentido de un espacio salvaje no habitable) ha terminado como el desierto representando también un margen peligroso para el individuo

El margen se construye en consecuencia como un espacio de desolación respecto del centro a modo de un vacío (social) que aniquilaría al hombre. El análisis y origen de estos conceptos nos permiten entender su construcción, así como su intención política para imponer el referente del centro y la razón de ser de la construcción cultural de su miedo social. La percepción negativa al vacío no es natural sino fruto de una voluntad para la supervivencia política como grupo y del referente. Es una paradoja cómo una misma cultura incentiva la curiosidad como una forma básica para el aprendizaje y para el conocimiento y crecimiento de esa sociedad pero por el contrario inhibe al individuo respecto al otro, bajo el temor a lo desconocido, entendido entonces como negativo. Al poner los dos planteamientos juntos se desvela la intención clara de protección del grupo como referente respecto al otro.

Todos estos planteamientos nos permiten entender mejor por un lado la obsesión social por la orientación como una forma de control, así como por otro lado el miedo social hacia la soledad como una forma de evitar nuestra libertad y reflexión.

La obsesión social por la orientación

 

El miedo a perdernos es una percepción que parece innata pero que obedece en gran parte a un aprendizaje desde que nacemos para infundir la dependencia del individuo al grupo y a su espacio de vida. Dentro de esa lógica lo desconocido será asociado con el peligro y por lo tanto lo primordial siempre será saber dónde estamos con la finalidad de poder saber cómo regresar a casa. El aprendizaje espacial se inicia en ella se vertebra socialmente en el aprendizaje en el centro de enseñanza los contenidos geográficos, centrados en el saber dónde estamos desde una forma absoluta (espacio abstracto matemático) pero sobre todo desde una perspectiva relacional (la situación). Nuestra relación con el espacio se basa justamente en una visión social “del cómo relacionarnos respecto a” y de ahí surge la necesidad de saber lo que hay para poder referenciarnos.

La obsesión social por la orientación y más concretamente la situación geográfica, sirve para no perdernos, pero es respecto a la sociedad. El temor percibido frente a la desorientación se asocia con la posibilidad de no poder ser capaz de sobrevivir por estar justamente solo. No obstante, no es más que un aprendizaje colectivo impuesto que no obedece a lógica alguna ya que uno tiene tantas posibilidades de sobrevivir o morir estando solo o acompañado. Nuestra dependencia al otro es la mejor garantía para la pervivencia del referente. La situación o margen se convierten en elementos necesarios para la construcción del relato. De esta manera los confines del mundo, los bosques encantados, los animales salvajes o míticos o los desiertos definen nuestros límites para obligarnos a quedarnos dentro del grupo y nuestra cosmovisión de adopción. No obstante, el mayor temor desde nuestro aprendizaje colectivo es sin lugar a dudas el estar solo. Nuestro mayor temor social es el aislamiento respecto al grupo por habernos instruido en oposición a él, como un vacío sin pauta aprendida a pesar de definir en el fondo la libertad misma. Esta visión de libertad en la soledad del desierto es la que algunos europeos descubrieron cuando entraron en contacto con las culturas amerindias y que les hizo replantear sus propias relaciones con el espacio.

El miedo a la soledad

 

El miedo a estar solo y en un sentido más amplio el temor al vacío encierra en el fondo el temor a reencontrarnos con nosotros mismos. En la vida colectiva cuestan definir los márgenes del individuo. Las inercias sociales que nos ciegan por un lado como la costumbre y la construcción (De Certeau, 1996De Certeau, M., Giard, L. y, Mayol, P. (1996). La invención de lo cotidiano: artes de hacer. I (Vol. 1). México, Ciudad de México: Universidad iberoamericana. (Obra original publicada en 1994).) del cotidiano así como por otro lado por el temor a la soledad, han conducido a una marginalidad de la soledad asociada incluso con el castigo. El aislamiento es entendido respecto a la comunidad como un destierro y anulación del referente como individuo. La imposición social de la soledad ha sido tradicionalmente asociada en nuestras culturas como una forma de muerte “social” respecto al conjunto. Dentro de esa lógica nos definimos respecto del lugar y en función del resto. Así, por ejemplo, según Moran (2015)Moran, D. (2015). Carceral geography: Spaces and practices of incarceration. Farnham, Reino Unido: Ashgate Publishing Ltd. la encarcelación se asemeja a una forma de castigo por la privación de libertad espacial pero también por el aislamiento social como apunta Gilmore (2002)Gilmore, R. W. (2002). Fatal couplings of power and difference: Notes on racism and geography. The professional geographer, 54(1), 15-24.. No obstante, el aislamiento también puede ser entendido como una forma terapéutica para reinsertarse en la comunidad al purgar un castigo que sirve como ejemplo para el resto e induciendo en la vivencia en soledad un arrepentimiento social. La privación espacial se convierte en la forma más social de construcción del concepto de desierto que encontramos no sólo en el encarcelamiento forzado con la privación de libertad sino también en formas de retiro voluntario como en el caso de las clausuras monacales.

En nuestras sociedades contemporáneas conviven nuevas formas de soledad impuestas, elegidas o involuntarias como por ejemplo el de población mayor, el de jóvenes que se encierran en un mundo virtual o incluso en la soledad de nuestro propio cotidiano. El dejarse llevar por la misma rutina representa una forma de anulación del individuo. Además, la percepción social negativa que construimos en torno a la soledad no hace más que agravar el vacío social e impide el poder convivir en soledad.

CONVIVIR EN SOLEDAD

 

En nuestras sociedades de la comunicación e información como indica Rogers (1986)Rogers, E. M. (1986). Communication technology. Nueva York, (NY) Estados Unidos de América: Simon and Schuster. pareciera que la desorientación y la soledad son casi imposibles. No obstante, muy al contrario de lo que pudiera parecer, los adelantos técnicos no han hecho más que aislarnos cada vez más bajo el espejismo de un mundo virtual conectado. Así por ejemplo, hay gente en la mayoría de ciudades del mundo que se encuentra cada día más solitaria. Nos convertimos no solo en perfectos desconocidos, sino que a la vez gracias a las nuevas tecnologías estamos perdiendo la noción misma no solo de la realidad sino también del propio referente tanto colectivo pero también individual (al no haber sido nunca aprendido).

El mayor acceso a la información había sido hasta hace poco sinónimo de un mayor conocimiento, como una forma para propiciar la sociabilidad. Obviando el hecho que la brecha tecnológica afecta aún a muchas partes y sectores sociales en el mundo, nos encontramos en las sociedades tecnificadas una sobrecarga de información que termina por anular la posibilidad del análisis necesario. La gran cantidad de información provoca un ruido involuntario e incluso más recientemente de forma voluntaria (fake news), que impide discernir incluso sobre la fiabilidad de las fuentes (por falta de tiempo) provocando una nueva forma de aislamiento en sociedad, como apunta Gayá (2018)Gayá, V. (2018). ‘Infoxicados’: Internet arrasa a una sociedad sobreinformada. El siglo de Europa, 1233, 9..

El desierto en la sociedad de la información

 

Las sociedades contemporáneas tecnificadas nos encapsulan en universos simulados desvinculándonos del mundo real. La tecnificación ha conllevado por un lado a un proceso de aislamiento espacial real como en el caso de los ひきこもり o 引きこもり “Hikikomori” (que significa en japonés “apartarse” o “estar recluído” en el sentido de un aislamiento social agudo). Son jóvenes como indica Saito (2013)Saito, T., y Angles, J. (2013). Hikikomori: adolescence without end. Minneapolis, (MN) Estados Unidos de América: University of Minnesota Press. que viven encerrados en casa de sus padres al haber reemplazado sus formas de sociabilización por las percibidas en el mundo virtual gracias a las nuevas tecnologías según Buchholz (1997)Buchholz, E. S. (1997). The Call of Solitude: Alone time in a World of Attachment.World and I. 12, 273-277.. Por otro lado, las nuevas tecnologías también están llevando según Turkle (2011)Turkle, S. (2011). The tethered self: Technology reinvents intimacy and solitude. Continuing Higher Education Review, 75, 28-31. a nuevas formas de aislamiento colectivo por la dependencia al mundo virtual. El uso de los smartphones está substituyendo las formas de comunicarse con el resto, de solicitar información o servicios, e incluso hasta la forma para orientarse (con aplicaciones como googlemaps). El aislamiento virtual está encapsulando a los individuos en sociedad.

La soledad en las sociedades de la información sigue siendo percibida culturalmente como una desgracia respecto al referente colectivo a pesar de convivir en una versión virtual de la sociedad. El desierto se hace virtual y omnipresente pero pasa a ser silenciado respecto al resto de la comunidad. Llegamos a la paradoja de malvivir una soledad real dentro de una sociedad virtual sin replantear su nuevo lugar central. Las interrelaciones virtuales de las redes de comunicación (Facebook, Instagram, WhatsApp, etc.) pasan a ser más relevantes que las formas materiales de sociabilidad replanteándose entonces la misma razón de ser de la definición del referente basado en la cohabitación (συνοικισμóς) como plantea Soja (2000)Soja, E. (2000). Postmetropolis: Critical studies of cities and regions. Hoboken, (NJ) Estados Unidos de América: Wiley-Blackwell..

El desierto ha pasado del margen a convertirse en el nuevo referente virtual pero sin aceptarse aún su individualidad. El asumir el papel de la soledad en una sociedad según Coleman (2009)Coleman, L. (2009). Being alone together: From solidarity to solitude in urban anthropology. Anthropological Quarterly, 82(3), 755-777. significaría el acercarse a principios cercanos a una visión casi utópica de la anarquía «ἀναρχία» (“anarkhia” en griego, que significa “sin-origen” y en este caso podría entenderse sin-referente común). La aceptación de estos principios permitiría la posibilidad de revisión de los cimientos mismos de la cultura, entendida a partir de un mundo sin imposición de referentes pero como apunta Tonkiss (2003)Tonkiss, F. (2003). The ethics of indifference: Community and solitude in the city. International journal of cultural studies, 6(3), 297-311. anclado en unas normas éticas individuales universales compartidas.

FIGURA 4.  LA SOLEDAD EN UNA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN
medium/medium-ESTGEOGR-83-292-e099-gf3.png
Fuente: (Randall, 2014Randall, C. (2014). Tokyo portraits in London Recuperado de https://japangasm.files.wordpress.com/2014/01/carlrandalldaiwa-yamanoteline.jpg)

La soledad experimentada puede ser el inicio de una búsqueda del individuo que permita su revisión y revalorización. La soledad pasa a integrarse plenamente como parte del referente y su percepción ya no pasa por la cuestión de si se trata de un aislamiento impuesto (destierro) o elegido (clausura) sino como una forma de liberación personal desde el propio referente.

El peligro social del confinamiento

 

Los cuadros de Giorgio de Chirico dónde aparece una desoladora soledad humana en espacios construidos desérticos despiertan por un lado una intranquilidad por su misterio (al no saber el motivo de la desaparición del hombre de su ciudad) pero a la vez fascinan por el silencio que emanan. Hasta hace poco eran siempre vistos como un mundo onírico que generaba un cierto temor, pero han terminado convirtiéndose en una realidad con la pandemia mundial vivida por la Covid19.

FIGURA 5.  EL TEMOR SOCIAL DE UN MUNDO EN SILENCIO
medium/medium-ESTGEOGR-83-292-e099-gf4.png
Fuente: (De Chirico,1939-1944De Chririco, G. (1939-1944). Apparizione della ciminiera, Christies. Recuperado de https://www.christies.com/lotfinder/Lot/giorgio-de-chirico-1888-1978-apparizione-della-ciminiera-6190955-details.aspx.)

La experiencia del confinamiento a escala global por causa de la pandemia retoma por un lado la idea tradicional del aislamiento como forma de control sanitario. Pero por otro lado la escala de actuación en una aldea tecnológica de la información global (Chomsky, 1997Chomsky, N. (1997). La aldea global. Nafarroa, España: Txalaparta. ) replantea el significado de la soledad como un proceso de aprendizaje propio y socialmente necesario.

En esta ocasión son los mismos referentes culturales centrales los que obligan a un aislamiento de sus poblaciones (un destierro colectivo implosivo) como una forma de salvaguarda de los mismos. La experiencia individual del confinamiento ha sido fruto de una tolerancia social hacia la soledad nunca antes imaginada. El aislamiento puede convertirse en el inicio de una renovación personal al permitir en primer lugar tener un tiempo para una reflexión individual nunca antes socialmente autorizada. En segundo lugar, ha acelerado el proceso de incorporación social de los nuevos instrumentos de comunicación virtual encontrando un modelo común basado en la individualidad. En tercer lugar, supone una revisión profunda del modelo occidental en una apuesta medioambiental al haber podido comprobar durante el parón del modelo económico, la rápida recuperación ecológica (Paital, 2020Paital, B. (2020). Nurture to nature via COVID-19, a self-regenerating environmental strategy of environment in global context.Science of the Total Environment,729, 139088.).

El confinamiento a escala global tiene respuestas diversas en función de los referentes y tradiciones culturales (fig. 6) que podemos simplificar en función por un lado del rol prioritario dado al individuo o a la comunidad, así como por otro lado, en la forma de organización económica basada en el bien más público o en el privado. En el caso occidental y más concretamente europeo el referente se basa como hemos visto en una cohabitación política con la primacía del interés y del bien público pero partiendo de la libertad del individuo.

FIGURA 6.  LOS REFERENTES CULTURALES RESPECTO DEL INDIVIDUO O LA COLECTIVIDAD
4 tradiciones culturales Organización económica
Bien privado Bien público
  • Polarización

  • Individuo-Sociedad

Prima lo individual América (persona) Europa (ciudadano)
Prima lo colectivo África/Oceanía (clan) Asia (súbdito)

Fuente: elaboración propia.

El confinamiento ha replanteado los cimientos mismos del referente cultural en este caso europeo en cuestiones clave sobre el rol del Estado como garante público (sanidad pública). La defensa de cada individuo (universal) por igual (sin distinción de rango, edad o género) ha pasado por encima incluso del interés general y también se ha observado la prevalencia de la responsabilidad individual en la adopción voluntaria de las medidas de confinamiento por el bien del conjunto.

Pero el aislamiento social voluntario de toda la población ha llevado a una experimentación forzada de la soledad solo mitigada con las formas de sociabilidad virtual de la sociedad de la información actual. Nos encontramos ante la paradoja de ver cómo la soledad marginada desde los referentes culturales se convierte ahora de forma accidental en elemento central, aunque sin aprendizaje previo. La cohabitación social nos obliga a un aislamiento voluntario que nos puede conducir a una liberación individual tradicionalmente negada. Así tras el primer temor ante la ruptura de la sociabilidad cotidiana como forma de vida el individuo empieza a encontrarse consigo mismo. El distanciamiento de reflexión crítica surgido puede curiosamente ser el detonante de un cambio paulatino profundo en nuestros referentes culturales futuros dónde la revolución tecnológica pase a ser parte integral en el proceso de resituar a la naturaleza como parte integrante de nuestra forma de vida. Así la reaparición de animales, la mejora de la calidad del aire, la optimización de nuestros tiempos al margen de las formas de vida socialmente impuestas, representan una liberación que puede significar el inicio de unos cimientos políticos para una nueva forma de cohabitación. El silencio del aislamiento asociado culturalmente con la muerte pasa a convertirse curiosamente ahora en un grito a la vida. En el desierto encontramos la voz liberadora de la soledad.

CONCLUSIÓN: LA SOLEDAD NECESARIA

 

Las referencias bíblicas y del cristianismo temprano en referencia a la soledad entendidas como una forma de liberación aportan una visión diversa lejos del miedo que puede sernos nuevamente de interés. El margen y el desierto son el lugar para liberarnos de las cadenas sociales y reencontrarnos. Así a pesar de los matices tanto en la referencia a San Juan Bautista, en la vulgata (Isaiah 40:3) “viam Domini rectas facite in solitudine semitas”, o por San Marcos en la Biblia en “Φωνὴ βοῶντος ἐν τῇ ἐρήμῳ” (“Phônề boỗntos en tễi erếmôi” en griego o en latín «Vox clamantis in deserto parate” que significa “la voz de aquel que grita en el desierto” o en un sentido más amplio “la voz en el desierto”) se alude a la vía del aislamiento para llegar a Dios. En nuestro caso el desierto según Belcastro (2012)Belcastro, D. J. (2012). Voices from the Desert: Merton, Camus and Milosz. Merton Annual, 25, 104-112. es la vía para escuchar nuestra propia voz como individuos. El referente desde la perspectiva del margen ya no se concibe como una imposición sino como una introspección individual necesaria. La soledad y el silencio no se asemejan con la muerte sino con la luz y el entendimiento para el hombre. Lejos del temor construido socialmente hacia la soledad debemos aprender a saber perdernos en ella para encontrarnos.

Mirando en la soledad

 

La soledad no tiene porqué ser un castigo impuesto como substracción de una sociabilidad anhelada, sino que también puede ser comprendida como una elección para la liberación del individuo. Para ello debemos poder experimentar y aprender a mirar en la soledad y convertir el temor al vacío y al silencio en una experiencia basada en la curiosidad hacia el conocimiento de uno mismo y por ende también hacia el otro. El desierto nos permite escuchar la voz interior, pero a la vez también la voz del mundo (naturaleza).

La anulación individual necesaria para el funcionamiento del conjunto solo pudo fraguarse gracias a la invención del cotidiano (De Certeau, 1996De Certeau, M., Giard, L. y, Mayol, P. (1996). La invención de lo cotidiano: artes de hacer. I (Vol. 1). México, Ciudad de México: Universidad iberoamericana. (Obra original publicada en 1994).) y también según Simmel (2011)Simmel, G. (2011). Georg Simmel on individuality and social forms. Chicago, (IL) Estados Unidos de América: University of Chicago Press. del anonimato. Ambos aspectos son necesarios para vivir en la ciudad, pero no en el desierto donde el individuo adquiere toda su grandeza como un “sólo” entendido como parte integral del conjunto o según como se mire al desaparecer en su intrascendencia respecto del universo.

El referente cultural occidental partía de una interrelación del centro urbano como referente respecto de un margen que marca el límite en el desierto. Su revisión actual en cambio ha permitido el establecer la soledad en el centro, encontrando en las nuevas formas tecnológicas virtuales de sociabilidad su mejor aliado. De esta manera se plasma una sociedad entendida como la suma diversa de cada individualidad.

Perderse para encontrarse

 

En contra de los cuentos y tradiciones más ancestrales occidentales en la actualidad debemos empezar a saber perdernos en el bosque para reencontrarnos. Este aprendizaje solo es posible desde la experiencia de la soledad que permite evitar caer en un mundo virtual del cual seamos socialmente dependientes. Así por ejemplo la omnipresencia tecnológica en una georreferenciación constante por parte de nuestros smartphones conduce a una falsa sensación de orientación dentro de un mundo virtual como ya apuntó Augé (2020)Augé, M. (2020). Los no lugares. Barcelona, España: Editorial Gedisa. (Obra original publicada en 1995) que nos desvincula de un mundo real en el cual pasamos a estar más perdidos que nunca.

El retomar conciencia en el desierto nos devuelve nuestra individualidad robada para el bien común de la comunidad. En la actualidad podemos conciliar la comunidad sin por ello tener que claudicar a nuestra individualidad y reencontrar así el origen de un referente común inclusivo. La cultura nació como referente social en la ciudad, pero su idea surgió en el silencio del desierto. ¡Reencontremos la voz perdida de la soledad!

Referencias bibliográficas

 

Augé, M. (2020). Los no lugares. Barcelona, España: Editorial Gedisa. (Obra original publicada en 1995)

Auster, P., y Ciocchini, M. E. (2012).La invención de la soledad. Barcelona, España: Anagrama. Obra original publicada en 1994).

Banham, R. (1982). Scenes in America Deserta. Layton, (UT), Estados Unidos de América: Penguin Smith Books.

Baudrillard, J. (2005). América. España, Barcelona: Anagrama. (Obra original publicada en 1986).

Bhabha, H. K. (2002). El lugar de la cultura. Buenos Aires, Argentina: Manantial.

Belcastro, D. J. (2012). Voices from the Desert: Merton, Camus and Milosz. Merton Annual, 25, 104-112.

Buchholz, E. S. (1997). The Call of Solitude: Alone time in a World of Attachment.World and I. 12, 273-277.

Campagnac, E. T. (2015). Society and solitude. Cambridge, Reino Unido: Cambridge University Press.

Capellà, H. (2010). ¿El margen y la diferencia: un discurso propio? En M.E. Cepparo. (Ed.), Rasgos de marginalidad. Diferentes enfoques y aportes para abordar su problemática. Malargüe, un ejemplo motivador (pp. 73-93). Mendoza, Argentina: Edit. Facultad de Filosofía y Letras.

Capellà, H., y Geraldi, A. (2004). La Pampa: de territorio a frontera. Revista de la Universidad Nacional del Sur, 13(1, 2), 31-51.

Chomsky, N. (1997). La aldea global. Nafarroa, España: Txalaparta.

Chryssavgis, J. (2008). In the heart of the desert: The spirituality of the desert fathers and mothers. Bloomington, (IN) Estados Unidos de América: World Wisdom, Inc.

Coleman, L. (2009). Being alone together: From solidarity to solitude in urban anthropology. Anthropological Quarterly, 82(3), 755-777.

De Certeau, M., Giard, L. y, Mayol, P. (1996). La invención de lo cotidiano: artes de hacer. I (Vol. 1). México, Ciudad de México: Universidad iberoamericana. (Obra original publicada en 1994).

De Chririco, G. (1939-1944). Apparizione della ciminiera, Christies. Recuperado de https://www.christies.com/lotfinder/Lot/giorgio-de-chirico-1888-1978-apparizione-della-ciminiera-6190955-details.aspx.

Donnan, H., y Wilson, T. M. (1999). Borders: Frontiers of Identity, Nation and State. Oxford, Reino Unido: Berg.

Emerson, R. W., y Bosco, R. A. (1971). The Collected Works of Ralph Waldo Emerson: Society and Solitude (Vol. 7). Cambridge, (MA) Estados Unidos de América: Harvard University Press.

Endsjø, D. Ø. (2008). Primordial Landscapes, Incorruptible Bodies: desert asceticism and the Christian appropriation of Greek ideas on geography, bodies, and immortality (Vol. 272). Berna, Suiza: Peter Lang.

Fernández-Llamazares, Á., Terraube, J., Gavin, M. C., Pyhälä, A., Siani, S. M., Cabeza, M., y Brondizio, E. S. (2020). Reframing the wilderness concept can bolster collaborative conservation. Trends in Ecology & Evolution, 35(9), 750-753.

Flanagan, B., y Lanzetta, B. (2013). Embracing solitude: women and new monasticism. Eugene, (OR) Estados Unidos de América, Wipf and Stock Publishers.

Gayá, V. (2018). ‘Infoxicados’: Internet arrasa a una sociedad sobreinformada. El siglo de Europa, 1233, 9.

Gilmore, R. W. (2002). Fatal couplings of power and difference: Notes on racism and geography. The professional geographer, 54(1), 15-24.

Gottman, J. (1961). Megalopolis. Nueva York, Estados Unidos de América: Twenty Century Fund. Hastings

Heffernan, M.J. (1991). The Desert in French Orientalist Painting. Landscape Research, 16, 36-42.

Hamarneh, W. (2014). Welcome to the Desert of Not-Thinking. Canadian Review of Comparative Literature/Revue Canadienne de Littérature Comparée, 41(1), 86-98.

Harmless, W. (2004).Desert Christians: an introduction to the literature of early monasticism. Oxford, Reino Unido: Oxford University Press.

Jasper, D. (2008). The sacred desert: Religion, literature, art, and culture. Hoboken, (NJ) Estados Unidos de América. John Wiley & Sons.

Laing, J. H., y Crouch, G. I. (2009). Lone wolves? Isolation and solitude within the frontier travel experience. Geografiska Annaler: Series B, Human Geography, 91(4), 325-342.

Lane, B. C. (1998). The solace of fierce landscapes: Exploring desert and mountain spirituality. Nueva York, (NY) Estados Unidos de América: Oxford University Press.

Larsen, S. E. (2013). Into the Desert: Solitude in Culture and Literature. Advances in Literary Study, 1(03), 25.

Merton, T. (2011). Thoughts in solitude. Nueva York, /NY) Estados Unidos de América: Farrar, Straus and Giroux.

Moran, D. (2015). Carceral geography: Spaces and practices of incarceration. Farnham, Reino Unido: Ashgate Publishing Ltd.

Murphy, R. (2015). How to Get Your Bearings When Exiting a Subway Station. Recuperado de https://www.citylab.com/life/2015/06/how-to-get-your-bearings-when-exiting-a-subway-station/395966

Nagel, T. (1989). The view from nowhere. Oxford, Reino Unido: Oxford university press.

Olsson, G. (1997). Misión imposible. Anales de geografía de la Universidad Complutense, 17, 39-51.

Olstad, T. A. (2007). Desert dimensions: Attachment to a place of space (Tesis Doctoral). University of Wyoming, Laramie (WY).

Paital, B. (2020). Nurture to nature via COVID-19, a self-regenerating environmental strategy of environment in global context.Science of the Total Environment,729, 139088.

Randall, C. (2014). Tokyo portraits in London Recuperado de https://japangasm.files.wordpress.com/2014/01/carlrandalldaiwa-yamanoteline.jpg

Rogers, E. M. (1986). Communication technology. Nueva York, (NY) Estados Unidos de América: Simon and Schuster.

Saito, T., y Angles, J. (2013). Hikikomori: adolescence without end. Minneapolis, (MN) Estados Unidos de América: University of Minnesota Press.

Siganos, A. (1995). La solitude du violent: trois moments-clefs chez Dostoïevski, Le Clézio et Lispector. En, Solitudes: écriture et représentation (pp. 123-130). Grenoble, Francia : ELLUG.

Shields, R. (1991). Places on the Margins: Alternative Geographies of Modernity. Londres, Reino Unido: Routledge.

Simmel, G. (2011). Georg Simmel on individuality and social forms. Chicago, (IL) Estados Unidos de América: University of Chicago Press.

Soja, E. (2000). Postmetropolis: Critical studies of cities and regions. Hoboken, (NJ) Estados Unidos de América: Wiley-Blackwell.

Tonkiss, F. (2003). The ethics of indifference: Community and solitude in the city. International journal of cultural studies, 6(3), 297-311.

Trakakis, N. (2007). The desert. Philotheos, 7, 491-495.

Tuan, Yi Fu (2017). Humanistic geography. En A Theory and Methods(pp. 127-138). Londres, Reino Unido: Routledge.

Turkle, S. (2011). The tethered self: Technology reinvents intimacy and solitude. Continuing Higher Education Review, 75, 28-31.