Estudios Geográficos 83 (293)
julio-diciembre 2022, e124
ISSN: 0014-1496 | eISSN: 1988-8546
https://doi.org/10.3989/estgeogr.2022130.130

RESEÑAS / BOOK REVIEWS

Juan Ignacio Plaza Gutiérrez

Departamento de Geografía. Universidad de Salamanca

https://orcid.org/0000-0003-1942-2847

Reseña de: Cañizares Ruiz, María del Carmen y Ruiz Pulpón, Angel Raúl (Coords.) (2022): Paisajes culturales agrarios en Castilla-La Mancha. Pamplona: Thomson Reuters Aranzadi. 331 pp. ISBN: 978-84-1124-455-8.

El paisaje ha sido concepto geográfico por excelencia, referencia central y objeto de estudio de la Geografía desde siempre. Con la aprobación del Convenio Europeo del Paisaje en el año 2000, se impulsó y proyectó aún más su tratamiento, su análisis y su incorporación al diseño de planes y estrategias de desarrollo y ordenación. El Convenio también subrayó la dimensión ética y estética del paisaje. Los “paisajes culturales” son objeto de estudio del libro que se reseña en estas líneas, centrado geográficamente en el espacio castellano-manchego y, de manera más particular, en los “paisajes culturales agrarios”.

Esta obra está escrita por diez autores, de la universidad de Castilla-La Mancha, coordinados por los profesores Cañizares Ruiz y Ruiz Pulpón. Representan un colectivo que demuestran un sobresaliente apego por el paisaje de su región y un profundo conocimiento del mismo. Son un equipo consistente y maduro que, a partir del magisterio de compañeros y maestros que también participan en este libro y han sido para ellos una guía y referencia, contribuyen a que esta publicación ofrezca una sólida garantía de rigor y calidad.

Se estructura en cuatro bloques, en torno a los que se agrupan las poco más de 300 páginas por las que se extiende, y está acompañada por 25 tablas y 63 figuras. El primero de los bloques es introductorio y está escrito por los coordinadores. Se centra en la relación que se establece entre paisaje, cultura y actividades agrarias. Tal y como afirman los autores, “los paisajes culturales, en el contexto de los paisajes españoles, se encuentran estrechamente relacionados con los sistemas productivos agrarios y sus valores patrimoniales, especialmente en alguna de sus tipologías […] Con el término paisajes culturales agrarios identificamos, pues, todos los vinculados con actividades agrícolas, ganaderas y forestales, de forma independiente o asociadas conformando sistemas agro-silvo-pastoriles históricos” (pp. 31-32). Es, pues, todo un primer bloque de conceptualización y contexto.

El segundo bloque se dedica a los paisajes agrarios tradicionales castellano-manchegos. Parece acertado y lógico que el punto de partida de su identificación y análisis sea el de aquellos que se sustentan en los modelos y actividades agrarias tradicionales que los han moldeado. Por una parte, los paisajes culturales agrarios vinculados a la ocupación protagonizada por el cereal. A este le siguen otros dos capítulos que completan la llamada “trilogía mediterránea”: el que se ocupa de los que van unidos al viñedo y el que lo hace del olivar. A ellos se les añade otro capítulo donde el protagonismo es para el paisaje cultural agrario asociado al aprovechamiento pecuario, tomando como referencia y caso de estudio el Campo de Montiel. Y cierra este segundo bloque el capítulo donde se habla de la evolución del paisaje forestal, más concretamente el de Sierra Madrona. Es especialmente significativo, además, que se realcen asimismo los valores y recursos patrimoniales que subrayan la calidad de estos paisajes culturales, erigiéndose en algunos de sus hitos más representativos (molinos de viento, silos, harineras, prensas, bombos, tinajas, bodegas, majadas, etc). Y estrechamente relacionado con ello, se da cabida en este tratamiento también a su puesta en valor mediante el turismo, destacando, entre otros, por ejemplo, el enoturismo.

El tercer bloque analiza los paisajes agrarios singulares de esta región que introducen tipos específicos de paisajes culturales. Lo integran dos capítulos, uno donde se estudia el paisaje cultural agrario ligado al cultivo del azafrán, también expresivamente denominado como “oro rojo” o “sol radiante”, acogido a una Denominación de Origen Protegida, DOP (“Azafrán de La Mancha”), donde sus mismas características, el arraigo territorial que tiene, el contexto local y global en que se desenvuelve, así como el reducido sistema agroindustrial que genera, son los hechos más sobresalientes en que se basa ese carácter más singular. En el otro capítulo de este tercer bloque son los campos de lavanda y lavandín la referencia central, dispersos estos últimos por muy diferentes áreas castellano-manchegas, desde La Alcarria hasta Liétor, si bien preferentemente localizados en las provincias orientales, así como en menor medida en concentraciones situadas al este de las provincias de Toledo y Ciudad Real. Destaca, igualmente, en este sentido la relación que se establece entre la distribución de la superficie cultivada por algunas de esas plantas aromáticas, caso del lavandín, con los tipos de paisajes naturales de Castilla-La Mancha, hecho que alcanza una expresividad cartográfica muy relevante y sugerente.

Se cierra el libro con un cuarto bloque dedicado a la ligazón que se produce entre los paisajes culturales agrarios estudiados en los bloques precedentes y las actividades turísticas. De los dos capítulos que aquí se recogen, el primero estudia las dimensiones cultural y literaria, así como el patrimonio territorial como destino turístico, en la comarca de La Mancha. Ocupa un lugar especial en este capítulo el apartado donde se indaga en el paisaje literario de esa comarca desde la obra de El Quijote hasta la actualidad, poniendo especial énfasis en los cambios y contrastes entre la visión más tradicional de este espacio, donde las tierras de sembradura eran la ocupación más destacada, y la de La Mancha más “moderna”, en la que la vid y el regadío toman el relevo a las tierras de sembradura. El segundo capítulo de este último bloque, con el que se cierra además la publicación, trata sobre los recursos turísticos vinculados a todos los paisajes culturales agrarios que han sido estudiados en las páginas y capítulos anteriores. En él se analizan las relaciones conceptuales entre patrimonio, paisaje y turismo, desde una perspectiva general y teórica. Seguidamente se identifican los recursos turísticos ya más concretos vinculados a los paisajes culturales agrarios de Castilla-La Mancha, fijándose para ello en las marcas de calidad enogastronómica relacionadas con el paisaje y en la arquitectura, la artesanía y el folclore. Se cierra este capítulo con una aproximación sistematizada -y cartográficamente bien representada- a los paisajes agrarios en el marco de la comarcalización geográfica de Castilla-La Mancha.

En definitiva, una publicación redonda, bien trabada, sólida, muy bien desarrollada desde el punto de vista narrativo y de su expresión cartográfica, que ahonda en el estudio de los paisajes culturales agrarios, tomando a la región castellanomanchega como espacio geográfico de referencia. Una obra plural y muy bien coordinada, muy completa, que ofrece un variado catálogo de estos paisajes descendiendo a una sistematización y precisión muy de agradecer. Un producto, en síntesis, que refleja muy bien los resultados de una investigación bien dirigida, bien orientada y que se proyecta sobre la sociedad y el territorio de la región, contribuyendo a un mayor y mejor conocimiento de su identidad y sus valores patrimoniales y paisajísticos.