Estudios Geográficos 84 (295)
julio-diciembre 2023, e135
ISSN: 0014-1496 | eISSN: 1988-8546
https://doi.org/10.3989/estgeogr.2023140.140

ARTÍCULOS / ARTICLES

LAS FUENTES GEOHISTÓRICAS CATASTRALES Y PARACATASTRALES: OPORTUNIDADES Y RETOS PARA LA GEOGRAFÍA HISTÓRICA

Concepción Camarero Bullón

Universidad Autónoma de Madrid

https://orcid.org/0000-0003-3451-6067

Recibido: 26/01/2023; Aceptado: 29/01/2023; Publicado: 16/01/2024

Cómo citar este artículo/citation: Camarero Bullón, Concepción. (2023). Las fuentes geohistóricas catastrales y paracatastrales: oportunidades y retos para a Geografía histórica, Estudios Geográficos, 84 (295), e135. https://doi.org/10.3989/estgeogr.2023140.140

En las últimas décadas, se viene observando cómo cada día son más los investigadores que utilizan la documentación catastral y paracatastral en su investigación en temas muy diversos, con metodologías y objetivos muy distintos y desde diferentes ramas del saber. Este proceso va de la mano de varias realidades: el mayor conocimiento de estos grandes conjuntos documentales -cada vez mejor conocidos y catalogados-, de las facilidades dadas por los archivos para su consulta y reproducción, de la posibilidad de disponer de parte de su documentación, especialmente la de carácter cartográfico, en red y del actual desarrollo de herramientas informáticas potentes que facilitan el tratamiento de grandes volúmenes de datos. Ese conjunto de circunstancias ha convertido la documentación y la cartografía catastrales y paracatastrales en una fuente geohistórica de primer orden.

En ese contexto, en las últimas décadas, entre quienes trabajan sobre y con los catastros en Europa se han ido pergeñando grandes líneas de trabajo que intentan dar respuesta a varios asertos: ¿Para qué un catastro?, es decir, cuál es la finalidad para la que se levanta cada catastro y en qué circunstancias ideológicas, políticas, sociales y económicas se enmarca, así como para qué puede utilizarse hoy su información; ¿Qué en un catastro?, o lo que es lo mismo, qué datos se recogen en ese catastro y con qué criterios se agregan y elaboran, qué documentos se confeccionan y, finalmente, ¿Cómo un catastro?, con qué medios humanos y económicos y con qué técnicas se levanta, pues de ello dependerán la exactitud y la fiabilidad de sus datos y la calidad de la investigación que con ellos puede hacerse. Permítasenos parafrasear a Domínguez Ortiz: es necesario conocer los catastros y la documentación paracatastral y sus circunstancias.

Los estudios llevados a cabo sobre los catastros y con catastros han puesto de manifiesto que, aunque el tipo de información contenida en los mismos generalmente está bien definida y estructurada a partir de la legislación por la que se rigen y tiene características similares en todos ellos, también lo es que la cantidad de información acopiada, los criterios seguidos para su recogida y la forma de organizarla y agregarla varían de unos a otros, según las características de los diferentes catastros históricos y los objetivos buscados con cada uno de ellos. Los hay que integran datos no presentes en los catastros actuales (población, rentas de trabajo y comercio, ganado, censos, etc.), unos tienen cartografía técnica y otros carecen de ella, hay algunos que no recogen los bienes de determinado tipo de propietarios (monarca, nobleza, iglesia, concejos, etc.) o tierras de ciertos tipos de usos o aprovechamientos (comunales, eriales, baldíos, etc.), los hay solo de rústica o solo de urbana, la gran mayoría tiene una finalidad fiscal inmediata: servir de base para una imposición fiscal. A todo ello hay que añadir el factor temporal: es decir, en qué momento histórico se realiza la pesquisa y se levanta el catastro, si bien, ya adelantamos, que es en los siglos XVIII y XIX cuando se realiza un gran esfuerzo de catastración en prácticamente toda Europa.

Partiendo de este estado del arte, en este número monográfico de la revista Estudios Geográficos -tras esta presentación y una segunda de R. Kain, que hace un recorrido general por el mundo de la cartografía catastal- se recoge una serie de estudios agrupados en tres grandes apartados. El primero se encuadra en un epígrafe que pudiera titularse “los catastros y sus circunstancias”. Abre este bloque el artículo de Alessandra Bulgarelli The cadastre in southern Italy: a centuries-old presence (from the 15th to the 18th century), que pone el foco en los catastros de los siglos XV-XVII para intentar definir cómo se realizaban a nivel local antes de la reforma puesta en marcha por Carlos de Borbón en los años 40 del siglo XVIII que dio como resultado el Catastro Onciario. A su vez, Chistine Lebeau, en su trabajo The map and its writing. Cadastral scales from Milan to Vienna (1st half 18th century), analiza las representaciones espaciales contenidas en los catastros antiguos levantados en el territorio del imperio Austro-húngaro, tomando como ejemplo el Censimento milanés, o Catastro milanés, iniciado en 1718, que, además, constituyó uno de los referentes para el catastro castellano, pues fue conocido de primera mano por el ministro Ensenada en su etapa italiana. Por su parte, Ángel Ignacio Aguilar Cuesta, en su trabajo Qué y por qué los costes del Catastro de Ensenada (1750-1759), aborda uno de los temas menos conocido de los levantamientos catastrales históricos: su coste. Estudia el coste de la realización del Catastro de Ensenada en su conjunto y qué factores influyeron en la cuantía y estructura de los mismos. Además, analiza en detalle los costes de la catastración del Reino de Jaén, buen ejemplo de lo hecho en el resto de la Corona. El Catastro general o Agrimensura general puesto en marcha por Catalina II en Rusia en 1765 constituye el mayor catastro europeo por la superficie catastrada, que generó un volumen ingente de cartografía y de documentación. Ese levantamiento que, desde sus inicios, renunció a una finalidad fiscal, sirvió para conocer y ordenar los territorios que se iban incorporando al Imperio de los Zares. Lo hecho en Crimea es el objeto de estudio de Natalia V. Platónova en su trabajo Land ownership, General Land Survey and Russian colonization of Crimea in the late eighteen and the first half of the nineteenth centurie.

A principios del siglo XIX, se lleva a cabo en España el levantamiento de un catastro no cartográfico impulsado por Martín de Garay que habría de servir de base para una reforma de la Hacienda que nunca llegó a realizarse. Ahora bien, la operación catastral y estadística llevada a cabo fue muy ambiciosa y nos ha legado un patrimonio documental de gran valor. Miguel Ángel Bringas Gutiérrez y Alejandro Vallina Rodríguez, en Martín de Garay y las fuentes geohistóricas: nuevos hallazgos, nuevas posibilidades, sacan a la luz los fondos documentales relacionados con la obra reformadora de Garay, conservados en los archivos municipales de Requena (Valencia), de Ciudad Rodrigo (Salamanca) y de Ronda (Málaga). Con ello ponen de manifiesto el valor de esta documentación como fuente geohistórica catastral. Tras el fracaso de Garay, mediado el siglo XIX, España seguía sin un catastro. Así en 1861 se crea la Junta General de Estadística, heredera de la Comisión del mismo nombre, a la que se encomienda el levantamiento de un catastro general topográfico-parcelario, unido al levantamiento del mapa de España, según el proyecto diseñado por Francisco Coello. Se trataba de un proyecto técnicamente muy avanzado, pero muy caro y lento de realizar. Por ello, en 1866 se pone en marcha un modelo distinto, más sencillo, con menores requerimientos, que, tras algo más de un año de trabajo, también se abortó. La cartografía resultante de este último proyecto es la que estudian Andrés Arístegui Cortijo y Ana Luna San Eugenio en Los Mapas de Perímetros y el Avance Catastral de la Junta General de Estadística (1866-1868). Por otro lado, la introducción y gestión del impuesto de Inmuebles, Cultivo y Ganadería, implantado en España a raíz de la reforma fiscal de 1845, generó durante la segunda mitad del siglo XIX una ingente documentación fiscal, entre la que figuran, en algunas provincias, mapas parcelarios municipales. En La documentación cartográfica de la Contribución de inmuebles, cultivo y ganadería: el caso de la provincia de Girona (1849-1885), Francesc Nadal y Jesús Burgueño estudian la cartografía parcelaria municipal producida en la misma ligada a la implantación de este impuesto. Han localizado, inventariado y estudiado 46 mapas parcelarios correspondientes a 44 municipios de dicha provincia y han establecido algunos elementos diferenciales respecto a la levantada en otras provincias catalanas.

Determinar la calidad de la información de los datos contenidos en la documentación catastral y paracatastral es clave para establecer los límites de la investigación que con ellos puede hacer hoy el investigador. Pablo Giménez Font y Benito Zaragozí, en su trabajo Nuevas evidencias sobre la calidad de la información geográfica contenida en las fuentes precatastrales: análisis a partir de un cabreve del siglo XVIII, estudian la exactitud de los datos contenidos en el cabreve de la baronía de Sella (Alicante), de 1726. Se trata de un estudio que supera lo local, puesto que este tipo de documentos, base para la imposición sobre la tierra durante varios siglos, se realizó en los territorios de la Corona de Aragón, tanto españoles como italianos, y en Francia.

El segundo bloque de trabajos está dedicado a estudios elaborados con documentación catastral y paracatastral, que son solo un botón de muestra de los múltiples temas susceptibles de ser estudiados a partir de este tipo de documentación. Se han elegido tres: uno ligado al espacio natural, otro al espacio rural y un tercero al urbano. En el primer trabajo, titulado El estudio del medio natural a través de fuentes catastrales y paracatastrales: la antigua Provincia de La Mancha, Concepción Fidalgo Hijano, Ángeles Rodríguez Doménech, Mario Corral Rivera y Juan Antonio González abordan el estudio del medio natural y su evolución para el espacio manchego a partir de fuentes geohistóricas españolas del período comprendido entre los siglos XVI y XIX. Entre esas fuentes, juegan un papel fundamental las catastrales y paracatastrales, por la extensión territorial que abarcan y por la aplicación de cuestionarios idénticos a todas las localidades. En su trabajo La estadística de Martín de Garay, 1818-1820: una fuente geohistórica para el estudio del paisaje vinícola castellano, Julio Fernández Portela y Ricardo Hernández García estudian la configuración del paisaje de una localidad del centro de Castilla (Dueñas), cuya estructura económica se centra en la agricultura, donde la vid y el vino han sido piezas clave en su economía y que han generado el rico patrimonio de bodegas con el que hoy cuenta. Para dicho estudio, parten de la información del Apeo de Garay de la localidad, pero también recurren a otras fuentes geohistóricas, como es el Catastro de Ensenada o el Diccionario geográfico de Madoz, lo que les permite también valorar la complementariedad de esas fuentes. Finalmente, Antero Ferreira y Felipe Salgado en su artículo La Vila do Castelo (Guimarães): perspectivas de un espacio desaparecido, reconstruyen el barrio del castillo, hoy desaparecido, partiendo de la complementariedad de la cartografía de todo tipo existente para la zona, anterior a la demolición del mismo, con fuentes geohistóricas e históricas seriadas, tanto textuales como cartográficas. Ello les ha permitido valorar dichas fuentes y recuperar la imagen de un espacio emblemático para la ciudad: el castillo y su entorno, que, en el inicio del siglo XX, fue objeto de una profunda transformación urbanística.

En lo que sería el último bloque de estudios, dedicado a nuevas tecnologías y métodos de análisis aplicados a los catastros en particular y a las fuentes geohistóricas en general, se incluyen tres trabajos. Laura García Juan y Ángeles Alberto Villavicencio en ¿Y después del Archivo? Una mirada a las fuentes geohistóricas y su papel en el seno de la Geografía histórica plantean una reflexión acerca del crecimiento exponencial que se está produciendo en el uso de este tipo de fuentes en general y de las catastrales en particular, y su relación con los cambios de paradigma que genera la tecnología. Acercan al lector a ese gran conjunto documental y a la democratización de su uso, presentan una revisión de cómo se ha investigado a la luz de las nuevas tecnologías y, a modo de conclusión, cierran con lo que consideran son algunos de los desafíos y retos más destacados para la investigación con las mismas en un futuro que ya es presente. Por su parte, Miguel Ángel Maeso, en su trabajo Ensenator, sistema informático para el estudio de catastros históricos con bases de datos relacionales, presenta el desarrollo de un sistema software basado principalmente en bases de datos relacionales, cuyo objetivo es permitir el registro simultáneo y el análisis de los datos contenidos en catastros históricos de distintos lugares y de distintas épocas. Finalmente, Keti Lelo, en El HGIS del catastro urbano de Roma (Catastro Pio-Gregoriano, 1818-1824), plantea la metodología adoptada para la construcción de un SIG histórico de la ciudad de Roma en el siglo XIX, a partir de la documentación y la cartografía catastrales generadas por el levantamiento catastral de 1818-1824, que constituye un sistema eficaz de gestión de bases de datos basado en la localización geográfica de estos, y una herramienta analítica que posibilita el estudio de la estructura física y de las condiciones socioeconómicas de la ciudad con un altísimo nivel de detalle.